sábado, 2 de octubre de 2010

Trilogía Dupin de Edgar Allan Poe - Los crímenes de la Rue Morgue El misterio de Marie Roget La carta robada


Los tres cuentos de Poe cuyo personaje central es Auguste c. Dupin, escritos entre 1841 y 1844, sentaron las bases del genero policial tal como lo conocemos actualmente. Podemos considerar a Dupin como el precursor del detective analítico, que resuelve el caso haciendo uso de su inteligencia, luego explotado por Conan Doyle, con su clásico Sherlock Holmes, el Hércules Poirot de Agatha Christie y muchos otros.

El primer relato, quizás el más representativo de la serie, comienza con algunas consideraciones sobre  el razonamiento analítico, relacionándolo con el juego de las Damas y con el Whist (Póker). Luego, pasa a presentar a Dupin, un joven extremadamente culto y de buena familia.
Dupin a caído en desgracia económica y  el narrador, que permanece innombrado en todos los relatos, permitiéndonos identificarnos con el,  lo invita a que vivan juntos, para de esa manera repartir los gastos.
Sirviéndose de un ejemplo concreto (la adivinación del pensamiento de narrador), Poe nos revela las aptitudes analíticas de Dupin, a manera de introducción al relato en sí.
Este comienza con la cita de un artículo de un diario local, que narra un doble crimen de características brutales que, a los ojos de la policía parisiene, parece irresoluble por su falta de móvil y su atrocidad.
Dos son las victimas, madre e hija. Estas aparecen mutiladas en su mansión. La anciana fue asfixiada hasta la muerte y luego arrojada por la ventana. La cabeza de su hija fue cercenada casi completamente, utilizando una navaja común y su cadáver fue incrustado en el hueco de la chimenea. La habitación donde ocurrió el crimen se hallaba cerrada desde adentro.
A continuación se enumeran los diferentes testimonios de los testigos, que al escuchar gritos, se agruparon y forzaron la puerta de la casa. Estas citas de artículos periodísticos, además de deslizar información importante sobre el caso, dan una cierta verosimilitud al relato.
Todos los testigos, de diversas nacionalidades tuvieron problemas para reconocer una de las voces que se escucharon al violentar la entrada. Algunos piensan que era la voz de un italiano, otros de un español o un alemán. Tampoco coinciden si era hombre o mujer.
Dupin va junto al narrador al lugar del hecho, y gracias a sus observación resuelve el problema “dando en el clavo” de la ventana (¿De aquí vendrá la expresión?), detalle que se le había pasado de largo a la Policía. Relacionando la agilidad que debía tener el asesino para llegar hasta la ventana por la cual entro y salio, con esa extraña voz que no pudo ser reconocida, más la extraordinaria brutalidad del crimen y su aparente falta de móvil, Dupin llega a conjeturar que el asesino no es otro que un orangután, que debe haberse escapado de los alrededores.
Publica una solicitada en el diario con el fin de llamar la atención del dueño del mono, deja su dirección y espera su llegada.
Una vez allí, el amo del mono es coaccionado por Dupin y el narrador, lo cual lo lleva a confesar todo lo ocurrido esa noche.
Cabe resaltar que posiblemente haya salido de aquí otra frase del saber popular (Mono con navaja)
El misterio se resuelve entonces: es excarcelado y exonerado un inocente, el amo termina por cazar al mono y lo vende a un zoológico parisino, y mal que le pese al prefecto de Policía, Dupin ya se ha ganado un lugar entre los detectives literarios de todos los tiempos.

El segundo cuento de esta serie, si bien posee características similares al anterior en cuanto a su forma, esta basado en un caso real ocurrido en Nueva York. Este caso causó un gran revuelo en la opinión pública y estaba aún sin resolver cuando fue publicado el relato.
El narrador hace referencia a “Los crímenes de la Rue Morgue” y juega durante el curso de la trama con las coincidencias entre el crimen ocurrido en Paris y el “Real” cuya victima fue Mary Rogers, otorgando le mayor verosimilitud al relato.
Esta vez, el asesinato ocurrió meses antes de que los servicios de Dupin fueran solicitados por el prefecto de policía. Casi toda la información analizada por Dupin será extraída de varios diarios locales, siendo el narrador quien busque estos archivos periodísticos, participando activamente en la investigación.
Mary Roget, una hermosa joven que trabajaba en una perfumería céntrica, desaparece y es encontrada muerta en el río Sena, con marcas de violencia en su cuerpo.
Se encontraron algunas prendas de vestir pertenecientes a la víctima a cierta distancia de donde fue hallado el cadáver.
En primera instancia todas las sospechas recaen sobre su  novio, pero luego este se suicida en el lugar donde supuestamente se habría perpetrado el crimen. Esto nos deja sin sospechoso.
A partir de ese momento la opinión pública comienza a ser influida a través de varias notas periodísticas para pensar que el atroz crimen fue cometido por una banda de maleantes, de lo que no hay pruebas fehacientes.
 Dupin analiza las subjetividades latentes en los artículos de los diferentes diarios, deslizando una critica al periodismo sensacionalista, el cual no busca la verdad sino que el diario venda.
También vuelve a la carga contra los métodos policiales: en este caso no es lo desmesurado del crimen y su falta de motivo lo que confunde al prefecto, sino que se trata de un caso “ordinario” con muchos posibles móviles.
Por último, elabora y expone al narrador su hipótesis, que apunta como asesino a un solo hombre, un  marino que fue novio anterior de Mary, con el que ya había tenido un breve escape. Debieron discutir violentamente y este la goleo hasta matarla en un acceso de furor. Luego cargo el cuerpo hasta una lancha y lo arrojo al medio del río. Abandono el bote y al volver a tierra lleva la ropa encontrada y las planta en otro lugar con el fin de confundir a la policía.
Seguidamente el narrador vuelve a comparar las habilidades analíticas utilizadas por Dupin sirviéndose del juego de los dados y su cálculo de las probabilidades.
Este cuento no tiene un final del todo claro, pero podemos destacar que luego de su publicación, dos testigos del caso de Mary Rogers confirmaron las hipótesis sostenidas por Poe en el cuento.

En el último cuento de la serie, “La carta robada”, otra vez el prefecto irrumpe en la rutina del apartamento de Dupin y el narrador. Esta vez le solicita que lo ayude a encontrar un documento desaparecido en las altas esferas del gobierno parisino, comprometiendo a una dama en su honor. La policía sabe quien robo la carta (el Ministro D.), pero debido a la importancia del documento les es imposible señalarlo como ladrón. Han registrado la casa del Ministro rigurosamente mientras este no estaba, valiéndose de todos los métodos a su disposición. Hasta han simulado asaltarlo con la esperanza de encontrar la carta en algunos de sus bolsillos, pero nada han logrado.
Dupin le recomienda que pesquisen la casa de nuevo y despide al prefecto secamente.
Al mes, aún más descorazonado que la primera vez, vuelve el prefecto a solicitar los servicios de Dupin, pero para su sorpresa la carta robada esta ahora en su poder, y  termina cambiándola por un cheque de 50.000 francos.
Una vez que quedan solos, Dupin le cuenta al narrador como resolvió el misterio.
Conociendo al ministro, Dupin se hace invitar a su casa y da con la carta en uno de los lugares más evidentes y quizás por eso es que fue pasado por alto por la policía: un tarjetero que estaba sobre una repisa.
Dupin orquesta una pelea al pie de la ventana del Ministro, aprovechando para tomar la carta y poner en su lugar una copia.
Al final, Dupin vuelve a relacionar la solución del caso con algunos juegos para niños, el juego del mapa y uno en el que hay que adivinar si el número de bolitas que el otro tiene en la mano es par o impar.
Para finalizar, unas palabras de Poe: “La identificación del intelecto del razonador con el de su oponente, depende de la precisión con que se mida la inteligencia de este último”

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